9/08/2012

EDITORIAL

                              De utopías a realidades


Hay sueños que se convierten en proyectos, mismos que en muchas ocasiones vienen a considerarse como utopías.

Algunos han llegado a convertirse en realidad, otros siguen siendo proyectos a veces utópicos pero que con perseverancia e inteligencia pueden aterrizarse para hacerlos realidad.

Así podemos hablar del sueño de Albert Kimsey Owen que proyectó un ferrocarril que uniera al Este norteamericano con el Océano Pacífico. Tuvieron que pasar 100 años para que aquel sueño que parecía utopía se convirtiera en realidad: el ferrocarril Chihuahua al Pacífico.

Owen también soñó con la creación de un puerto de altura en Topolobampo.

En la década de los 60´s comenzaba a materializarse aquel sueño con los dragados de la barra y canal de navegación para recibir el impulso definitivo durante la administración estatal de Francisco Labastida Ochoa.

La carretera Los Mochis-Chihuahua es un proyecto que data de principios de los 60´s. Cuando Gabriel Leyva Velázquez gobernaba a Sinaloa, empresarios chihuahuenses vinieron a los Mochis tratando de interesar a empresarios y gobierno en el proyecto “Salida de Chihuahua al Mar”. Insistieron en 1966 ya con Leopoldo Sánchez Celis en la gubernatura, quien construyó el tramo carretero de Los Mochis a El Fuerte.

Del lado de Chihuahua han avanzado y están cerca de los límites con Sinaloa.

Mario López Valdez, desde su campaña anunció la realización de la obra en lo que se refriere al lado de Sinaloa para conectar con el tramo que viene del vecino Estado, compromiso que pareciera utópico por la inversión que requiere, pero existe el compromiso y podría convertirse en realidad si logra el apoyo del gobierno federal.

En Noviembre de 1960, se anunció por primera vez el proyecto del gasoducto, hoy de moda y en vías de realización.

Se trataba de un proyecto de la International Gas Company, de Beverly Hills, California que contemplaba una inversión de 207 millones de dólares (algo así como 2,587.5 millones de pesos al tipo de cambio de aquel entonces) para construir un gasoducto Reynosa-Mazatlán-Mexicali, beneficiando a los Estados que cruzaría la tubería.

Durante la administración de Francisco Labastida Ochoa volvió a hablarse del proyectado gasoducto, pero hasta ahí. No alcanzó el tiempo ni hubo las inversiones requeridas.

De nueva cuenta con Juan S. Millán en la gubernatura se desempolvó y ajustó el proyecto en el que se consideraba la sustitución del combustóleo que utilizan las termoeléctricas de Topolobampo y Mazatlán y de paso abrir las posibilidades de nuevas e importantes inversiones industriales en Sinaloa.

Tampoco pudo concretarse.

Desde el inicio de la administración de Mario López Valdez, el hijo del ex Gobernador Labastida, Francisco Labastida Gómez de la Torre presentó como uno de los grandes proyectos innovadores, el del gasoducto.

Debe reconocerse que el joven Labastida se ha movido y que tiene todo el apoyo, no solo de su jefe el Gobernador López Valdez, sino también el interés de los gobiernos de las entidades por donde cruzará el gasoducto.

Así el pasado martes 4, fue firmado un convenio de colaboración entre la Comisión Reguladora de Energía y la Comisión de Energía del Estado de Sinaloa mediante el que se transfieren facultades a la dependencia estatal para la promoción estratégica y el desarrollo de infraestructura y aprovechamiento del gas natural.

Con la firma de este convenio se estableció que el proyecto del gasoducto es una realidad y que vendrá a provocar una revolución industrial en Sinaloa, lo cual será realidad al concretarse las obras.

Bien lo señaló el Gobernador López Valdez en el evento de firma del convenio, al considerar que este proyecto nos cambiará la historia, que hará de Sinaloa una entidad más competitiva en la región y en el país.

Hay el compromiso gubernamental de hacer todo lo necesario para que el gasoducto sea una realidad.

Al lograrlo, el gasoducto soñado en la sexta década del siglo pasado dejará de ser una utopía y, como los sueños de Owen, convertirse en realidad.

Y de nuevo, de la utopía pasaremos a la realidad.

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