6/23/2014

APUNTES DE REPORTERO

                De columnista a escritor

                                                    - José Angel Sánchez López -

Conocí a José María “Chema” Figueroa Díaz cuando era secretario particular y jefe de prensa del Gobernador Leopoldo Sánchez Celis, pero la relación de amistad surgió y se consolidó en la campaña de Alfonso G. Calderón para la gubernatura.

Al terminar la gestión de Sánchez Celis lo “heredó” como diputado local por San Ignacio en la XLVI legislatura a su sucesor Alfredo Valdés Montoya.

Ingenioso que era Chema, que había nacido en Culiacán, decía que era nativo de Tenchoquelite, un pequeño poblado (que nunca encontramos) de la sierra de San Ignacio, para así justificar su aterrizaje como “aerolito” en aquel distrito sanignacense.

Terminada la legislatura, logró que el Gobernador Alfredo Valdés Montoya le concediera cuatro permisos para expendios cerveceros, uno de ellos en Badiraguato que tan solo en diciembre de 1974 vendió nada menos que 30,000 cartones de cerveza. Esto confesado y escrito por él mismo.

Estos negocios le daban lo suficiente para vivir holgadamente, pero al aproximarse el fin del sexenio de Alfredo Valdés Montoya vino la inseguridad cuando desde antes de iniciar campaña como candidato Alfonso G. Calderón anunció que emprendería una barrida de expendios cerveceros.

Para proteger su patrimonio, Chema buscaba un espacio para escribir una columna política de seguimiento a la campaña calderonista y con ello lograr el beneplácito protector del futuro Gobernador para sus expendios. Pero no hallaba espacios en los periódicos de Culiacán.

Estaba retirado de la máquina de escribir, desde que dejó de escribir los boletines en 1968.
Así se comunicó conmigo a Los Mochis y le abrí espacio en los Debates
publicando durante varios meses su columna “Canasta Política” a plana entera.

Asume Alfonso G. Calderón la gubernatura el primero de enero de 1975 y en sus primeras acciones desató la “guerra contra el vicio”, cerrando expendios y obligando a agencias y supermercados a vender el ambarino producto al tiempo.

De nada sirvieron las asoleadas de Chema a lo largo y ancho de Sinaloa, desde La Culebra en Choix hasta La Concha en Escuinapa para proteger sus expendios. ¡Se los cerró Calderón!

Emprendió Chema otra aventura periodística y con su amigo Enrique Ruiz Alba y el apoyo de amigos sinaloenses radicados en México fundó la excelente revista Presagio, de gran contenido cultural e histórico que después de cinco años terminó muriendo de inanición. La revista.

Todavía conservo la colección empastada que me obsequió.

Chema regresaría a El Debate de Culiacán, en donde comenzamos a publicarle sus humorísticos artículos bajo el título “Este Sinaloa Nuestro”, donde con fina ironía tocaba tópicos políticos y humorísticos, y entre broma y broma no dejaba títere con cabeza.

Al hacerme cargo de la Dirección del antiguo Diario de Culiacán transformándolo en Diario de Sinaloa en 1985, Chema se trasladó a las páginas del nuevo tabloide con sus amenos artículos.

La conjunción de Clío y Apolo se estaba dando para que nuestro amigo encontrara el camino hacia su destino como escritor.

Continuaba escribiendo sus chispeantes artículos cuando se aproximaba la sucesión gubernamental y así un día llega a la Dirección de El Diario y me propone que le financiara un viaje a México para realizar entrevistas con los prospectos que se mencionaban para suceder a don Antonio Toledo Corro.

Se le compraron los boletos, se le expidió un cheque para viáticos y… ¡no se fue!

Argumentó unos pendientes que tenía que arreglar y pospuso la salida.

Pero mi estimado amigo se metió a “El Guayabo” y comenzó a comentar el proyecto en ciernes.

Llegó a oídos de la competencia y mientras Chema terminaba sus “pendientes” nos ganaron la idea y el “proyecto” se vino por tierra.

Compungido y carilargo llegó Chema aquella mañana de marzo a El Diario para asimilar los reproches de la Dirección.

Pero mas allá de eso le dije: “No te preocupes, al fin que la idea no era novedosa. Cada seis años es lo mismo. Todos andamos tras los posibles buscando las entrevistas…”

Luego le dije que si todos iban por la misma ruta porque no emprendíamos otra: “todos quieren escribir sobre los que pueden ser, sus orígenes, sus cualidades, sus gustos, etc., pero no se ha escrito nada de cómo llegaron los que fueron y los que se quedaron en el camino.”

Así comenzó a escribir esas páginas de la historia política sinaloense.

Fue de tal impacto el contenido de estos trabajos que a las dos primeras publicaciones en El Diario le fue adjudicado el Premio Sinaloa de Periodismo “Samuel Híjar” 1986.

Poco después un día me llama por teléfono Jorge Romero Zazueta, a la sazón Alcalde de Culiacán comentándome sobre el excelente trabajo que realizaba Chema Figueroa en esa serie y sugiriendo compilar los artículos en un libro.

Así nació la primera edición del libro “Sinaloa, Poder y Ocaso de sus Gobernadores 1831-1986”.

Luego vendría “El Negrumo, Partitura de un Músico de Peso Completo”, y otros mas, junto con nuevas ediciones, ampliadas y corregidas, del primero.

De reportero en El Sol de Sinaloa en sus orígenes, secretario particular del Gobernador Enrique Pérez Arce, secretario particular y jefe de prensa del Gobernador Leopoldo Sánchez Celis, columnista político, articulista humorístico, pasando por exitoso expendedor cervecero, Chema Figueroa encontró al fin su destino: autor de exitosos libros.

Exitos literarios que, como su primer premio de periodismo, se extinguían en las inolvidables tertulias del famoso tejaván susurrante en donde convivían políticos del ayer y el presente, periodistas, impresores, literatos, poetas, músicos, etc., de lo que aun puede dar detalle Raúl René “El Chito” Rosas, uno de los mas “ínclitos” tertulianos de aquel desaparecido tejaban de Chema Figueroa (QEPD).

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