3/25/2012

EDITORIAL

                                            Seguridad escolar

A raíz de la intensificación de los hechos violentos en los que sus protagonistas no respetan lugar ni hora, llegando a registrarse balaceras frente a instalaciones escolares poniendo en riesgo la vida de cientos de niños y jóvenes ha vuelto a la mesa de las discusiones el tema de la seguridad escolar.

Un tema que ya años atrás se había manejado relacionado con la presencia de vendedores de drogas en los alrededores de los planteles, e incluso la introducción de ellas al interior.

También se ha abordado cuando se han registrado casos de la introducción de armas a las escuelas.

Pero todo ha sido pasajero y pasada la indignación o el temor del momento el tema vuelve a quedar en el olvido.

Hoy, cuando vuelven a registrarse casos de incidentes trágicos en alguna escuela y ante la amenaza real de hechos violentos en sus inmediaciones, la Secretaría de Educación Pública y Cultura ha reproducido un Manual de Seguridad que contiene una guía a la que deben sujetarse los maestros, alumnos e incluso los padres de familia en caso de situaciones de riesgo en las escuelas.
Se ha discutido también el retomar la “Operación Mochila” que años atrás se aplicó en algunas ciudades y planteles ante la inconformidad de algunos padres y organismos defensores de los derechos humanos, pero con el visto bueno de otros padres y organizaciones civiles, ya que mas que atentarse contra la integridad de los alumnos se les estaba protegiendo de los riesgos de introducción de armas y drogas al plantel.

En la actualidad, al decir del titular de la SEPyC, Dr. Francisco Frías Castro, no se ha considerado aplicar esa operación porque la consideran violatoria de garantías, pero advierte que si los padres de familia lo autorizan si la pudieran realizar.

Y tiene razón el funcionario, cuando dice que la revisión de las mochilas no es el único camino, que debe regresarse a la educación personalizada, con grupos pequeños en los que los maestros conozcan por nombre y apellido a los alumnos y sus padres.

Con esa expresión reconoce el funcionario que hay maestros que no están muy ligados a la relación maestro-alumno, situación que debe corregirse, pues en efecto hay mentores que van al aula nada mas a “cumplir” con la clase, sin interesarse por conocer debidamente a cada uno de sus alumnos y menos conocer sus problemas y ayudarlos, como ocurría con los maestros de antaño.

Hay excepciones, claro, pero el problema existe en la mayoría de los casos.

También tiene mucha razón y coincidimos plenamente con el Dr. Frías Castro en que la primera revisión de mochilas debe realizarse en casa y que ningún niño debe salir de su hogar sin que los padres sepan que lleva en ella.

Aunque queda abierto el riesgo del tránsito del hogar a la escuela, en el cual los niños pueden ser abordados por sujetos sin escrúpulos para convencerlos y utilizarlos.

El problema del uso de menores para convertirlos en consumidores e introductores de droga es real. Está presente y crece.

Como es real el problema de que hay niños o jóvenes que toman el arma que hay en su hogar y se la llevan a la escuela, en donde ocurre la tragedia.

Como también es real el riesgo de que una bala perdida disparada en una de tantas balaceras que ya prácticamente son cotidianas, alcance a los niños.

El problema de la seguridad de los niños debe de ser abordado con seriedad y responsabilidad por todos.

No solo compete a las autoridades educativas, ni al gobierno, sino también a los padres de familia y a toda la sociedad.

Aquí, además del manual de la SEPyC, debe irse mas allá, convocando a los padres de familia, obligándolos si es necesario, a asumir su responsabilidad en su cuidado y protección.

Que no dejen todo al maestro y a la escuela.

La educación comienza en el hogar.

Y en el hogar también debe comenzar la prevención y la seguridad de la niñez y la juventud.

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